Historia
 
La primera información acerca de la construcción y utilidad de los carros ortopédicos para perros se remonta muchos años atrás. Ya a mediados del siglo XX, diversos autores describían modelos ortopédicos y recomendaban su utilización en pacientes con paraplejia temporaria o definitiva de las patas traseras a fin de rehabilitarlos o bien meramente para mejorar su calidad de vida. Dichos autores concordaban en numerosos aspectos relativos a la construcción de los carros y a ciertas condiciones que debían cumplir. El mecanismo de soporte debía permitir regular la altura con facilidad en función de la base de soporte, y se postulaba que los carros debían ser livianos, cómodos, funcionales y, en particular, duraderos. Asimismo, los expertos enfatizaban la ventaja que representaba el uso de los carros en cualquier tipo de terreno, y los consideraban sumamente beneficiosos en el tratamiento de la dermatosis que se producía invariablemente a causa de que el perro arrastraba su cuerpo sobre su propio excremento. Además, los carros eran recomendados porque favorecían la cicatrización de las úlceras provocadas por permancer en posición decúbito por lapsos prologados. La primera referencia a los carros ortopédicos en la Argentina se realizó al comienzo de las Jornadas del Colegio de Veterinarios de la provincia de Buenos Aires (Distrito Décimo) de 1969. En dichas jornadas, al tratar el tema de las lesiones de médula ósea torácico-lumbar, dos veterinarios informaron que, a partir del modelo presentado en el libro “Cirugía ortopédica del perro y el gato" de E. P. Leonard, habían logrado construir carros ortopédicos para perros pequeños con problemas de locomoción en sus patas traseras. Dichos médicos veterinarios, Juan R. Pistani y Roque R. Lagarde, presentaron un estudio actualizado sobre el mismo tema a la revista “A.V.E.P.A.” (Asociación de Veterinarios Especializados en Pequeños Animales), Vol. 5, Nº 25, 1986.
En 1989, di un marco racional a la idea de perfeccionar los carros ortopédicos conocidos hasta ese entonces, y desarrollé la construcción de mi primer modelo ortopédico con dos ruedas fijas.
Luego de un período de lógica experimental durante el cual realicé diversas modificaciones a la estructura del carro, logré utilizarlo con éxito en perros pequeños, medianos y grandes.
En 1993, adapté dicho modelo para ser utilizado en felinos que sufrían de paraplejia en las patas traseras.
Al año siguiente, diseñé un carro ortopédico de cuatro ruedas para perros que padecían problemas de locomoción debido a su edad avanzada. En 1995, al modificar dicho modelo,
logré construir un carro ortopédico para un perro que sufría de cuadriplejia.
Ese año, un antiguo sueño se hizo realidad con la construcción de un modelo ortopédico de dos ruedas que tomaba en cuenta los movimientos variados de las extremidades traseras
de los pacientes caninos que padecían paresia.
En 1999, adapté el modelo de dos ruedas para un canino que había padecido la amputación completa de las garras delanteras en un accidenta, experiencia que produjo excelentes resultados.
 

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